La mesa del pan

Los niños y niñas son capaces de desarrollar grandes conquistas si les permitimos hacer en un espacio que responda a sus necesidades internas.

Cuando recibimos visitas en la escuelita donde trabajo (y prácticamente vivo) los adultos quedan maravillados por todos los materiales Montessori, matemáticas, lenguaje, vida práctica, todo les sorprende.

Sin embargo, lo que más les sorprende, curiosamente, es cuando les explicamos que cada mañana los niños y niñas hacen pan. Las edades que acogemos son entre los 2 y los 6 años, los adultos rápidamente contestan “supongo que lo harán los mayores”. Sus ojos se abren mucho más cuando explicamos que lo hacen desde los 2 años. Rápidamente la siguiente pregunta es “¿cómo?”. La respuesta es sencilla“ eliminando los obstáculos que les impediría hacerlo”.

Ellos y ellas son capaces de grandes cosas, pero el mundo de su alrededor no está preparado, así como también el adulto o adulta que los acompaña. En esta edad, están ávidos de ayudarnos en la cocina, así como en las tareas del hogar. Necesitan realizar estas tareas por ellos mismos, intentando participar de su cultura y de su mundo, y conseguir independencia.

En muchas ocasiones, al ver estas necesidades caemos en el error de proveerlos con cocinitas juguetes, una escoba de juguete, etc. Objetos que no van a satisfacer la necesidad de imitación, de pertinencia en su totalidad.

Tareas como preparar alimentos, vestirse y desvestirse, preparar su mochila para la escuela son el trabajo primordial de esta edad, solo necesitan tiempo, y retirar los obstáculos, que a menudo somos los propios adultos.

Siempre con el afán de ayudar adelantamos procesos que ellos mismos pueden conseguir y que les van a dotar de autoestima y un sentimiento de satisfacción interna que ni el “muy bien” más alto y con alegría pueden suplantar. Para ello, debemos preparar el espacio, darnos tiempo y acallar los miedos internos.

Tener fe en el niño y en sus procesos. En el momento de hacer pan he llegado a observar concentración, alegría, acciones de ensayo y error, fuerza, perseverancia, frustración y sobre todo satisfacción y agradecimiento a la hora de compartir el pan entre todos.